domingo, 19 de noviembre de 2017

LECTURA RECOMENDADA



A fines del año último se cumplió un siglo del nacimiento del crítico y semiólogo Roland Barthes (1915-1980), y su figura volvió a estar de moda. Un mensaje sin código, siguiendo ese impulso, recoge los "ensayos completos" que el teórico francés dio a conocer en la revista Communications, una decisiva publicación semestral monográfica de artículos, reseñas y ensayos, que Barthes fundó en 1961 junto con Edgar Morin, y que siguió apareciendo regularmente hasta hoy (en 2016 llegó a los 99 números).


El primero de los ensayos reunidos en el volumen trata sobre la fotografía de prensa; el último, "La luz del sudoeste", reproduce a modo de homenaje (dos años después de la muerte de Barthes, en 1982) un bello texto hasta entonces inédito, entre literario y ensayístico, sobre Bayona, la ciudad de la zona vasca francesa donde transcurrió su infancia, "la vía regia a través de la cual conocemos mejor un país. En el fondo, el único país es el de la infancia".
Varios de los textos habían sido difundidos en castellano en los años 60 y 70 en la serie dirigida por Eliseo Verón (que fue discípulo de Barthes) en la editorial Tiempo Contemporáneo, con especial impacto de los libros dedicados a "lo verosímil" y el "análisis estructural de los relatos".
En "Elementos de semiología", Barthes intenta realizar la presentación de una disciplina que (en 1964) "todavía está por constituirse". Los consideraba una "investigación preparatoria" que "no puede ser más que una copia del saber lingüístico". De hecho, el mismo escritor fue experimentando un cambio, desde los célebres Ensayos críticos recopilados en 1963 (dedicados sobre todo a la literatura y el teatro) hasta la zambullida en el método estructuralista y la apertura a todo tipo de sistema de signos "masivos", que ya había adelantado en sus previas Mitologías, dedicadas a temas como el catch, los detergentes, los romanos en el cine y "la crítica ni-ni".
Otro texto extenso y clásico es "Introducción al análisis estructural de los relatos", una mezcla de rigor e inspiración, especialmente en el magistral gesto teórico y poético de las líneas finales: "El niño 'inventa' en el mismo momento (más o menos a los tres años) la frase, el relato y el Edipo".
"La retórica antigua (ayuda memoria)", también extenso, lo escribió impulsado por la conciencia de que "el mundo está increíblemente lleno de retórica antigua". Se trata de una extraordinaria síntesis histórica sobre el tema a través de dos milenios, informada y dinámica.
Algunos trabajos son introducciones breves a los temas de un número de la revista: las "investigaciones semiológicas", por ejemplo, donde aporta, además de los extensos "elementos de semiología" ya mencionados, un análisis minucioso de la retórica de la imagen, basado en una publicidad de los fideos Panzani. También hay algunas breves reseñas de libros.


"Al salir del cine", en cambio, es uno de esos textos donde Barthes se acerca al borde de lo literario, sin franquearlo, del mismo modo en que, hacia el final de su vida, prefirió hacer un seminario sobre La preparación de la novela en vez de una novela. Produce una especie de hipnosis, asimilable al de una película, sin abandonar nunca el tono del ensayo. Al salir de la sala siente que "su cuerpo se ha convertido en algo apacible, suave, sosegado: blando como un gato dormido, se siente un poco desarticulado, o mejor dicho [.] irresponsable". En su brevedad, sin quererlo, "Al salir del cine" refleja también el paso del tiempo de lo escrito: el rayo de luz del proyector y el carácter puramente familiar de la televisión (que carece de la "erotización" del cine) han cambiado. La proyección tiende hoy a lo digital; la televisión, con el consumo individual de series, tiene tintes cinematográficos.
Un mensaje sin código permite, en conjunto, un buen repaso de algunos temas centrales de la obra de Barthes para quien ya lo conoce y resulta una buena introducción para el lector que comienza a recorrer la complejidad laberíntica de sus muy diversos libros.

UN MENSAJE SIN CÓDIGO
Por Roland Barthes
Godot. Trad.: M. Battiston. 372 págs., $ 450E.
 E. G.

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