viernes, 6 de julio de 2018

EL MISTERIO DEL CUERPO DE PERÓN

Masiva movilización: el 17 de octubre de 2006, una multitudinaria procesión acompañó el remolque que llevaba el féretro con los restos de Perón a su última morada: San Vicente
El cadáver fue movido tres veces; por un juicio de paternidad, le sacaron muestras de huesos
Masiva movilización: el 17 de octubre de 2006, una multitudinaria procesión acompañó el remolque que llevaba el féretro con los restos de Perón a su última morada: San Vicente


El cuerpo del presidente Juan Domingo Perón nunca tuvo paz. Desde su muerte, el 1º de julio de 1974, el cadáver fue profanado, le amputaron las manos y le cortaron parte de un fémur y de un brazo para obtener muestras de ADN con objeto de cotejarlas en una demanda de paternidad. Además, el féretro fue trasladado en tres oportunidades.
Desde 1974, cuando falleció el general, hasta la actualidad, el cuerpo de Perón sufrió una curiosa metamorfosis, ya que no fue embalsamado, como ocurrió con su mujer María Eva Duarte.
El presidente había encargado al anatomista español Pedro Ara la tarea de embalsamar el cadáver de Evita. Ambos cuerpos fueron objeto de hechos violentos. Los restos de la mujer de Perón fueron secuestrados en un operativo de inteligencia militar.
En el caso de Perón, debido a que el funeral sería extenso, el cuerpo fue sometido a un tratamiento de conservación con formol. Luego de las exequias, que se desarrollaron durante tres días, el cuerpo fue trasladado a la capilla de la residencia presidencial de Olivos.
Con el derrocamiento de María Estela Martínez de Perón, el nuevo presidente, el general Jorge Rafael Videla, se instaló en la quinta de Olivos. Ante la posibilidad de que militantes justicialistas intentaran robar el cuerpo de Perón, Videla pidió que retiraran el ataúd.
Entonces, el cadáver fue trasladado a la bóveda de la familia Perón en el cementerio de la Chacarita. Para evitar algún ataque o su robo, los responsables del gobierno militar instalaron un vidrio blindado de ocho centímetros de espesor con un marco de hierro que se fijaba a las paredes con cuatro cerraduras que se abrían con tres llaves cada una.
A fines de junio de 1987, un grupo operativo de un servicio de inteligencia local -según la hipótesis del juez Alberto Baños- ingresó en la bóveda sin forzar la cerradura, hizo un boquete en el vidrio blindado, realizó dos cortes cruzados en la lámina de chapa que revestía el ataúd, levantó la pesada tapa del féretro y utilizó el crucifijo para apoyarla y que no se cerrara.
A través de ese pequeño espacio, los profanadores cortaron las manos del presidente. En ese momento se rompió el proceso de vacío con el que había sido cerrado el féretro en 1974 y las bacterias comenzaron el proceso de descomposición.
El 2 de julio de 1987, el ataúd fue abierto nuevamente para que se realizaran los peritajes para investigar la profanación.
Pasaron ocho años hasta que se realizó la tercera apertura del féretro. El procedimiento fue ordenado por el juez Baños debido a que había recibido una denuncia sobre una posible segunda profanación.
Para entonces, y por acción de las bacterias, el cadáver había sufrido un notable deterioro. Una colonia de hongos cubría el cuerpo de los pies a la cintura y la piel se había oscurecido hasta alcanzar un tono marrón muy opaco.
En octubre de 2006, antes del traslado a la quinta 17 de Octubre, de San Vicente, el ataúd dañado durante la profanación fue reemplazado por uno nuevo. Para esa época, el cuerpo había sido momificado. Antes de cerrar el féretro le seccionaron partes de un fémur y de un brazo con objeto de obtener muestras de ADN para ser cotejado con el perfil genético de Martha Holgado, que había iniciado un juicio de paternidad. El examen concluyó que no era hija de Perón.
El 17 de octubre de 2006, el cuerpo de Perón fue trasladado a San Vicente. El acto terminó con un enfrentamiento entre patotas del gremio de Camioneros y de la Uocra, tiros y 50 heridos. Un escándalo más.

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